La tarea del lijado consiste en la aplicación de un elemento abrasivo sobre la superficie con el fin de pulirla y alisarla a través de un roce continuo, eliminando excesos, rugosidades o picos.
La estructura de la lija tiene como elementos principales el grano, el adhesivo y el respaldo. El grano es uno de los componentes más importantes ya que permite deshacerse de las imperfecciones. Por otro lado, el adhesivo se encarga de unir la capa granulada al respaldo, que también se conoce como soporte y puede estar hecho de lámina de papel o tela, entre otros materiales.
Las lijas se pueden diferenciar por su grano y por su abrasivo. En cuanto al grano, cada lija posee uno diferente, que va desde el grueso al súper fino. Las lijas de menor grano son ideales para trabajar en superficies más toscas que no requieren de un excelente acabado. Por ejemplo, se pueden usar en desbastes para superficies. En cuanto a las lijas de grano más fino, se emplean para terminar de eliminar imperfecciones en los acabados, como un rayón. Para restaurar un mueble de madera, se comenzará con una lija que posea un grano bien grueso. En caso de que se necesite quitar la pintura existente, se seguirá con un grano medio y para finalizar el acabado se utilizará una lija de grano bien fino. En cuanto al abrasivo, no todas las lijas están fabricadas con el mismo, por lo que hay que considerar cuál es el adecuado en cada ocasión. Además de tener en cuenta el grano y el abrasivo, se debe considerar si el trabajo que se realizará será manual o si se utilizará una herramienta de lijado.
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