Una cocina para el encuentro

En conjunción con la tendencia de cocinas abiertas, la propuesta, diseñada por la arquitecta María Delia Zaccagnini en compañía del equipo Johnson Project, plantea un mundo precursor. La apuesta es generar, en el reino del chef, un tiempo de degustación en torno a los fuegos de cocción. Todo es experiencia en este ambiente lúdico.

Luces y sombras integran esta composición de autora. El sol rodea de manera dinámica durante el día, conectando con el ciclo biológico. Propone distintos matices según su ubicación. De noche, el entorno cambia transformándose en exclusivo y reservado, aliado a la tecnología para lograr el clima preciso en cada momento.

Este espacio gastronómico fue trazado con criterios innovadores en sus materiales y áreas funcionales, zonificando los sectores de preparado y de degustación, respetando las premisas del arte culinario.

AMOBLAMIENTOS

Enchapados en madera de diseño italiano entramada en rombos, los amoblamientos generan una línea integradora que abraza desde el piso al techo. Con una pared plena retroiluminada y equipada, el bloque central cuenta con puertas plegadizas escamoteables, denominadas pocket door. Se trata de un mecanismo de doble sincronización: una apertura simple batiente que se convierte en corrediza hacia el corazón del mueble, donde se oculta y pasa a formar los módulos laterales, clave para el mejor aprovechamiento, orden y profundidad.

Este mueble principal, ubicado detrás de la isla, se funda en una estética multifunción. Concentra lavado, preparación, cocción en hornos y guardado. En esta línea, la concepción tradicional de almacenamiento fue reemplazada por la idea de áreas funcionales y lugares de apoyo con un sentido dinámico, donde cada momento vinculado al proceso de lavar, preparar alimentos y condimentar cuenta con su módulo exclusivo.

En los laterales, se destacan muebles con un importante sector de cava y un segmento exclusivo para el uso de las visitas, donde encontrar delantales y demás accesorios para ingresar a una vivencia gastronómica integradora e inmersiva.

En este ambiente de criterio concéntrico, el rombo es la figura geométrica unitaria organizadora que se repite a modo de trama en los elementos del espacio, como puertas, piso, ventanas y herrajes. Aquí, la campana cónica refuerza y sintetiza esa idea llevándola a una dimensión espacial.

UNA GRAN ISLA

En los ejes y centro geométrico, la isla se dispone equipada con cajoneras para plazas de guardado, lugar de elaboración y cocido a fuegos. Es como el atril de un gran escenario que mira a la mesa. Allí se ubica el signo icónico, un disco en madera carbonizada con aires orientales, donde la llama imprime teatralidad a la invitación.

En este foco organizador, la campana domina con un enérgico impacto visual, gracias a sus dimensiones, formato y su azul disruptivo, que contrasta con la neutralidad de los grises, negros y maderas predominantes. Es el único color pleno estridente que aparece también en los detalles interiores de los muebles y se observa en el cuadro de la artista plástica argentina Bianca Tessore, denominado “Reina con bonete azul”, con sorprendentes coincidencias formales y estéticas.

Desde el centro, el cocinero se dispone frente a sus comensales que se ubican como observadores en una doble línea dispuesta en medio círculo. Por un lado, seis sillas próximas a la isla, con un acceso más cercano a la degustación y, debajo de las ventanas, en forma de hemiciclo, cual anfiteatro, un sector de banquetas altas de apoyo.

Del ambiente originario, el ex edificio del Tiro Federal, se conservaron los siete grandes ventanales en media luna, que fueron intervenidos por Tecnoperfiles, y el piso de pinotea con guardas en dos tonos que dirigen la mirada hacia el pilar escenográfico y acentúan el recorrido.

Un partido arquitectónico que concentra la energía del disfrute y el compartir en torno a los fuegos que llaman y despliegan los sentidos.