Un legado arquitectónico que se forja en el adobe

Una serie de pueblos de Catamarca son ejemplo perdurable de la técnica ancestral del adobe, en un recorrido de 55 kilómetros que abarca casas, iglesias y oratorios sobre la RN 60, a la salida de Tinogasta.
Un legado arquitectónico que se forja en el adobe
Nuestra Señora de Andacollo

Construcciones del siglo XVIII realizadas con barro mezclado con paja y huano, moldeado como ladrillos secados al sol, que constituyen el legado de pueblos diaguitas que aún perdura para exhibir una temprana ecología.

A 16 kilómetros al norte de Tinogasta, el oratorio de los Orquera, que data de 1740, en El Puesto, es un punto distinguido de la Ruta del Adobe en Catamarca. Está casi original, cuidado por descendientes y con revoque en algunos sitios para sostenerlo. Fue obra de dos mujeres: Manuela y Martina Asiaris, dos hermanas oriundas de Chuquisaca. Aunque en el pueblo cada casa tenía un lugar para el culto, ellas quisieron lograr un sitio destacado a la usanza del Cusco, para que se pudiera utilizar en diversas ceremonias religiosas. Tiene techumbre abovedada en quebracho y algarrobo de la zona y varas curvas, cuyas formas se lograban poniendo en forma de medialuna estacas a contracorriente del río. La construcción tiene cimientos que igualan la altura del oratorio, con lo cual es antisísmico, y paredes de hasta 1,20 metros de ancho, lo que le proporciona aislamiento térmico. La puerta maciza es sin bisagras con un sistema de ejes, o quicios, muy difícil de romper, y que se insertan en un agujero denominado cabal, nominaciones de donde se supone que se engendran las famosas frases de desquiciado o fuera de los cabales. Así lo explica Tullio Rubaudi, un guía entusiasta por la arqueología y el patrimonio local, pasión que heredó de su padre de igual nombre, quien atesoró una colección que luego donó a la municipalidad de Tinogasta, con numerosas piezas de la cultura diaguita en la que se incluye una momia hallada junto al templo de Andacollo.

Un legado arquitectónico que se forja en el adobe
Oratorio de los Orquera
Un legado arquitectónico que se forja en el adobe
Oratorio de los Orquera

En el oratorio, se encuentra un óleo de la virgen María amamantando al niño Jesús, pieza casi única en el mundo. Fuera de él, y formando parte de lo que era la vivienda, un lagar en cuero de vaca donde se elaboraba el vino patero, un fogón, un aljibe y un olivo bicentenario.

En La Falda, la iglesia Nuestra Señora de Andacollo, de estilo neoclásico, es de 1833, con molduras talladas en una mezcla de cemento y cal, es una muestra de arquitectura post colonial. Tiene dos torres en línea y un pórtico rodeado por un doble juego de pilastras que enmarcan un arco de medio punto que da acceso a un porche y al interior. Consagrada a la virgen de Andacollo (reina del cobre) está en el medio de las montañas que dan marco al Camino del Inca, por donde los arrieros transitaban hacia Chile. Con una historia perdida en el tiempo, fue reconstruida en 2011 gracias al aporte de una fotografía de un vecino de Tinogasta.

Un legado arquitectónico que se forja en el adobe
Nuestra Señora de Andacollo

Finalmente, la Iglesia de San Pedro, patrono de Fiambalá, construida en 1770 por el capitán y comerciante español Domingo Carrizo, es otro exponente de la arquitectura religiosa colonial. Su arquitectura es rústica, con nave apoyada sobre vigas de madera y un techo de cañas atadas con tientos. Las paredes de adobe alcanzan un metro de espesor, y una escalera de algarrobo da acceso al campanario. Conocido como el santo caminador, los fieles dejan zapatitos que pueden verse en las vitrinas, cada 29 de junio cuando tiene lugar la fiesta que lo honra.

Un legado arquitectónico que se forja en el adobe
Iglesia de San Pedro
Un legado arquitectónico que se forja en el adobe
Iglesia de San Pedro