Mediante un sistema de proyección en 360°, pantallas de alta definición y sonido inmersivo, los cuadros de Quinquela resurgen con sus vívidos colores – los que él utilizó para dar vida a La Boca y su puerto- para contrastar el gris de la existencia del trabajo duro involucrado en astilleros y barcos.
A través de imágenes en movimiento y ambientaciones sonoras, se toma contacto con la fatiga de esos hombres esforzados en la tarea de carga y descarga. En un viaje de solo nueve minutos, el asombro se transforma en emoción y disfrute.
A pocos metros, una muestra gráfica registra el transcurso de la vida de Quinquela, quien tras recorrer el mundo, donó terrenos para su barrio, con la intención de convertirlo en un polo de desarrollo cultural, y que incorporaron una escuela, un teatro y un museo que conserva su legado.
Como posdata, una exhortación a los responsables del actual Palacio Libertad: prestar atención al estado de los baños, que no están en condiciones acordes con la importancia del centro cultural, que tanta gente visita incluidos turistas, Una verdadera lástima.