A la búsqueda de la decisión perdida

Desde Rosario, Ángel Seggiaro, director de Fundar, es crítico al definir la actual coyuntura: “Es un momento más lento, donde las decisiones de compra sólo se toman en función de la oportunidad, aunque a pesar de la baja en los precios, la construcción privada no se detiene”.
A la búsqueda de la decisión perdida

A pocas horas de las elecciones P.A.S.O. nacionales, una sensación de slow motion se va apoderando de la escena diaria. Para quienes tomamos decisiones todos los días, sean grandes o chicas, especiales o comunes, para todos se vuelve más lento el simple acto de decidir.

Los desarrollos inmobiliarios, lo hemos mencionado muchas veces, se desarrollan en un período amplio del tiempo, empiezan en la compra de terreno -trámites varios mediante- hasta que finalmente -años después- terminan habitados por gente y escriturados.

La decisión de compradores de unidades, sean departamentos, oficinas, locales, solo se produce en estos tiempos por una razón movilizante: la oportunidad. En Rosario 2023 se cumplen las generales de la ley.

VENTAS NO, ALQUILERES SÍ

Las ventas de unidades en general están en el promedio más bajo en varios años. Por ese motivo, y especialmente en el centro y macro centro de la ciudad, los precios de venta rozan el costo. Aun así, la construcción privada de vivienda, locales y oficinas en el centro o barrios de la ciudad no se detiene, a pesar de las bajas transacciones. A qué se debe, las razones son varias: hay recursos genuinos en la economía real que no quieren ir a otros lugares, ni monedas, ni pirotecnias financieras; creen que es oportuno tener hoy m2 construidos a bajo costo apuntando a que se revalorizarán en el futuro; además los inmuebles resisten mejor las circunstancias globales a diferencia de los productos financieros

Los alquileres de locales -paradójicamente- repuntan por sexto semestre consecutivo, según una muy seria estadística sostenida por COCiR y UNR, ambas entidades inobjetables. Los alquileres de vivienda tocan valores altísimos con déficit de unidades en oferta (en todos los segmentos). ¿Estamos en presencia de una tendencia que se inicia con una nueva generación de “usuarios NO compradores”?

DEJAR EL CENTRO

Otra tendencia muy firme: correrse hacia los suburbios de la ciudad o pueblos vecinos. Tal el caso de Funes, Roldán, Granadero Baigorria, etcétera, que ven llegar miles de familias jóvenes, en busca de aire libre, contacto con el verde, sacrificando el tiempo del traslado desde y hacia el centro. También la inseguridad del espacio público tensiona la vida urbana y empuja a los ciudadanos a migrar tratando de recuperar esa libertad: “El uso del espacio público”. Esta “gentrificación” repite un patrón que otras partes del mundo han vivido, y para superar este shock deberá ser acompañada por políticas e inversión en todas las infraestructuras.

¿QUIÉN HACE LA INFRAESTRUCTURA?

Esta situación descripta de Rosario y su hinterland, requiere que los próximos gobernantes sean urgidos por las fuerzas vivas (empresarias y o civiles en todo el arco de actividades) a estructurar y mantener un plan de diez, veinte, treinta años.

Solo así se podrá crear infraestructura de manera sistémica, sin dañar más el ambiente, sin producir más congestión, satisfaciendo las necesidades de la población presente y futura, y no tapando parches.

El déficit de inversión en vivienda, infraestructura y accesos podría ser cubierto por las fuerzas (léase recursos económicos) privados, si mecanismos adecuados y transparentes permitieran romper con la ineficiencia conocida hasta hoy y aceptaran que estructuras modernas de contratación y colaboración sean los protagonistas. Para eso hace falta una revisión despolitizada (desideologizada) y moderna del rol del estado en los niveles que corresponda.

Un desafío que sólo podrá sostenerse si gobierno y privados (asociaciones, federaciones, etc) suman sus fuerzas y rompen una tradición decadente que no nos permite crear riqueza y disminuir genuinamente la pobreza. Habrá que marcar fuertemente los excesos del presente sistema de Estado Benefactor -principalmente benefactor para los que trabajan dentro y-o para el estado-, en todas sus categorías. La historia ha dejado crecer una cultura muy difícil de cambiar.

Hay otras instituciones, ONG, asociaciones, fundaciones y formas asociativas diversas que ocupan eficazmente el espacio que el Estado ha dejado a la deriva mirando para otro lado, que sí se deben apoyar y fomentar. Es imprescindible intentar ese cambio.